En esta exposición de encontrarte en el precioso Palacio Horcasitas de Balmaseda (no confundir con el de Arcentales) ha habido actividades sencillas pero muy satisfactorias. Es el caso de la charla-coloquio sobre Maternidades Robadas con Cristina Gutiérrez Meurs y la presentación del último libro de Agustín Molleda, “El eslabón perdido de Dios”, que se celebró como acto conjunto el pasado 16 de septiembre. Cerca de 25 personas se acercaron al evento, entre ellos Paco Checa, catedrático de Antropología de la Universidad de Almería, en representación del Observatorio de las Desapariciones Forzadas de Menores (ODFM) y varias socias de asociaciones de bebés robados.
Cristina Gutiérrez Meurs: “En el franquismo la mujer debía ser madre por España”

Ante este expectante público, Cristina hizo un relato breve sobre la evolución del robo de bebés en España. Su interés comenzó cuando una mujer le preguntó en su propio portal si aquel edificio donde residía había sido alguna vez una clínica de maternidad. Era una víctima que buscaba respuestas y al ayudarla tomó consciencia de la amplitud y la crudeza de esta trama.
Así, pudo constatar que en los primeros años del franquismo se decidió que ser “rojo” equivalía a tener una tara mental y que había que separar a los hijos de sus madres ideológicamente enfermas. Comenzaron a hacerlo en las cárceles con presas republicanas, para continuar en los centro de Auxilio Social donde muchas mujeres dejaban a sus hijos por no poder atenderlos y los perdían para siempre. Algunos niños que la República había repatriado para que no sufrieran la dureza de la Guerra correrían este mismo destino. Todo ello se hizo con la ley en la mano, segregando a los niños de sus madres.

En una segunda fase las mujeres solteras, primerizas y las que tenían partos múltiples o familia numerosa eran susceptibles de este tipo de robos que ya se habían convertido en un gran negocio. Con la tapadera del Patronato de Protección de la Mujer, presidido honoríficamente por la mujer del caudillo Carmen Polo, las jóvenes podían ingresar en centros de internamiento por “conducta inmoral”. En muchos casos, mujeres solteras y embarazadas pasaban por allí y perdían a sus bebés que eran enviados a “familias de bien”.
La tercera fase se da ya en la democracia. Los robos siguen, a pesar de que en el 86 se cambia la legislación de adopciones para dificultarlos. Sin embargo, también se destapan casos en los medios de comunicación (incluso en fechas tan cercanas como 1993) y las víctimas empiezan a tomar conciencia de que las han engañado. Sin embargo, el Estado hará oídos sordos a organizaciones internaciones de Derechos Humanos a lo que es ya un clamor. Hoy por hoy, la única esperanza a todo este sinsentido está en la ley de ámbito estatal que reconoce a las víctimas y que, a pesar de comenzar su andadura en 2018, aún está estancada.
Agustín Molleda: “Hasta que llegaron los jesuitas, nos trataron como a delincuentes»

Tras esta introducción, pudimos escuchar a Agustín Molleda, un gran comunicador que, a pesar de narrarnos su dura vida en el hospicio San Cayetano de León, supo sacarnos más de una sonrisa e, incluso, una carcajada por mucho que pueda parecer imposible. Y es que este hombre fue engendrado por una mujer soltera y la vergüenza que esto acarreó a su madre hizo que tuviera que pasar toda su niñez y adolescencia en el hospicio más importante y, probablemente, más duro de España. Desde sus primeros años alimentándose a base de leche de burra (de ahí la alta tasa de mortalidad de los bebés) hasta los abusos de todo tipo, incluidos sexuales, que los religiosos de la Orden Terciarios Capuchinos infligían a los niños y niñas que allí residían, fueron resumidos por Molleda con un estoicismo encomiable. Ya con siete años Agustín veía cómo parejas que llegaban en lujosos coches se iban con un bebé. No lo comprendió entonces, pero años después investigaría los casos de bebés robados que se produjeron en esta institución y ayudaría a muchas víctimas a conocer su verdad. Casos que, incluso, llegan a las más altas esferas de la presidencia del Perú de aquellos años.

A pesar de que los curas frustraron su vocación de estudiar periodismo, Agustín Molleda cuenta con 13 novelas en su haber que muestran a un periodista en la práctica. Todas sus obras tienen un mismo hilo conductor y desde aquí os animamos a que las descubráis para conocer la historia de España que no nos contaron.
Vaya desde todas las personas que conformamos encontrarte nuestro sincero agradecimiento tanto a Cristina como a Agustín, que aportan su grano de arena en la labor de visibilización de la trama de los bebés robados.
Nagore Aburruzaga
La charla coloquio me resultó amena, reveladora y muy clarificadora.
Cristina nos narró las vicisitudes de las mujeres en las épocas pasadas y las que se dan en la actualidad, orientándonos sobre esta cruel práctica.
Agustín Molleda con una amena plática y con sentido del humor en ocasiones, nos narró sus años de infancia en un centro de acogida de niños que provenían de madres solteras que
no tenían recursos para cuidar de ellos. Una reunión para no olvidar.
Desde «encontrarte» quiero agradecerte Íñigo, tu presencia y tus palabras.
El apoyo en estos momentos, para nosotros, que estamos intentando difundir y ser escaparate de esta trama y esta lacra social, es muy muy importante.
Te recuerdo perfectamente y además, una colaboración anterior de tu hijo hacia nosotros, me hace sentir doblemente agradecida.
Un saludo